Empieza por elegir momentos sin pantalla, no días enteros. Por ejemplo: 20–30 minutos después de despertar o antes de dormir. Después, crea actividades que reemplacen el scroll: journaling, skincare lento, leer, cocinar algo rico, hacer una caminata o escuchar música sin ver la pantalla.
Otro truco que funciona muchísimo: deja tu celular en otra habitación cuando estés haciendo algo que quieres disfrutar. Así evitas caer en la tentación del multitask. También ayuda ponerlo en modo “No molestar” y desactivar notificaciones que no necesites.
Haz pequeños “rituales” que te hagan sentir bien sin depender del teléfono: prender velas, limpiar tu espacio, organizar tus pendientes o preparar tu bebida favorita.
Conclusión: desconectarte no es dejar de vivir cosas; es volver a vivirlas tú, sin interrupciones. El FOMO desaparece cuando te das cuenta de que lo valioso también está fuera de la pantalla.