Después de eventos como los grandes desfiles de moda, es común que muchas personas se comparen con los cuerpos que ven en pantalla.
Pero hay algo importante que recordar: el cuerpo perfecto no existe… al menos no como nos lo venden.
El verdadero cuerpo perfecto es el que te permite vivir, reír, abrazar y ser tú misma. Aquí te dejamos cinco pasos reales (y saludables) para tenerlo.
1. Honra tu cuerpo tal y como es
Tu cuerpo ha estado contigo en todo: risas, lágrimas, metas, tropiezos. En lugar de criticarlo, agradece lo que hace por ti cada día.
No necesitas que sea idéntico al de una modelo para que sea valioso. Es perfecto porque es tuyo.
2. Cuídalo, no lo castigues
Cuidarte no significa obsesionarte. Significa comer cuando tienes hambre, moverte porque te gusta, descansar cuando lo necesitas y hablarte bonito.
El amor propio también se demuestra con hábitos sanos, no con restricciones.
3. No te compares, inspírate
Ver cuerpos distintos no debería doler, sino recordarte que la belleza no tiene una sola forma.
Usa lo que admiras de otras personas como motivación, no como medida. La comparación roba tu energía, la inspiración te la devuelve.
4. Recuerda que las redes no muestran todo
Las fotos que ves en pasarelas o Instagram están llenas de filtros, luces, ángulos y producción. No te castigues por no verte igual.
Lo que tú tienes —tu naturalidad, tu historia, tu autenticidad— no se puede editar.
5. Haz las paces con el espejo
El cuerpo cambia, y eso es parte de la vida. Aprende a mirarte con ternura, no con juicio.
Vístete como te gusta, baila, ríe, usa labial si te empodera o pijama si te da paz. Lo importante no es cómo te ves, sino cómo te sientes en tu piel.
Tener el “cuerpo perfecto” no tiene nada que ver con medidas ni estándares. Se trata de aceptarte, cuidarte y honrar el cuerpo que te sostiene todos los días.
Las verdaderas supermodelos no son las que desfilan en pasarela, sino las que se eligen a sí mismas cada mañana frente al espejo.
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