La Llorona; verdadera (y terrorífica) leyenda

La Llorona

En el México colonial y aún en estos días, la leyenda de la Llorona es una mujer que se aparece en la noche, a veces en las encrucijadas de los caminos, con cabello largo y vestida de blanco, llamando con aterradores y fuertes lamentos a sus hijos.

Sin duda una de las leyendas con más fuerza que hay en México es La Llorona, como tal surge en la época de la Colonia.

Sus antecedentes son mucho más antiguos y pierden en los mitos prehispánicos que se fundan en diversas diosas como Cihuacóatl, Coatlicue o Tonantzin.

Sexto presagio funesto: Muchas veces se oía, una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos: -¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y a veces decía: -¡Hijitos míos!, ¿a dónde los llevaré? Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista

Antecedentes de La Llorona

Cihuacóatl empezó a aparecer en el lago de Texcoco alrededor del año 1500. Los sacerdotes en astrología interpretaron su presencia como una premonición de los próximos sucesos que le sucederían a los mexicas.

La muerte, la guerra y la esclavitud, Moctezuma temía lo peor. Los sacerdotes decían que Cihuacóatl había salido de lo más profundo de las aguas y y bajado de la montaña para prevenir de la suerte suerte que correrían los mexicas.

Subían siempre a lo alto del templo y podrían ver hacia el oriente una silueta blanca, con el cabello peinado de tal modo que parecía llevar en la frente dos pequeños cuernos, arrastrando y flotando una cauda de tela tan vaporosa que se le ondulaba con el viento y con su clásico desgarrador grito:

“¡Ayyy mis hiiijooooooosss! ¿Dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?”

La Llorona
La Llorona

Después de la conquista

El sacerdote Fray Bernardino de Sahagún, interpretó después de la conquista esta leyenda como una advertencia por la pronta destrucción del imperio mexica: aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a los habitantes de la gran Tenochtotlán era la misma Cihuacóatl anunciándole a Moctezuma de la destrucción del imperio:

Hombres extraños y más sabios y más antiguos que nosotros vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo, y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros dioses humillados por otros dioses más poderosos. ¿Dioses más poderosos que nuestro Dios Huitzilopochtli, y que el Gran Destructor Tezcatlipoca y que nuestros formidables dioses de la guerra y de la sangre? – preguntó Moctezuma bajando la cabeza con temor y humildad. Así lo dicen las predicciones, por eso la Cihuacoatl vaga por el Anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto al Imperio.

Aquellos hombres de Oriente eran los españoles dirigidos por Hernán Cortés, y sometida la gran Tenochtitlán y con la caída de todos los pueblos, sufrieron las atrocidades de los invasores. Epidemias, hombres asesinados, mujeres violadas, y sus dioses olvidados… a excepción de Cihuacóatl (La Llorona).

De esta forma se inicia la leyenda. Se dice que al sonido de las campanas de la media noche, una mujer vestida de blanco y con la faz cubierta por un velo se aproxima por el oeste. Recorriendo las calles. Unos dicen que flota; otros que no tiene rostro y unos más que el grito desgarrador es similar al de una ambulancia.

Cihuacóatl muestra tres aspectos característicos:

  • *Los gritos y lamentos por la noche. *La presencia del agua, pues tanto Aztlán como la gran Tenochtitlan estaban cercados por ella -con lo que ambos sitios estaban conectados no sólo por coincidencias físicas, sino míticas-,. *Y ser la patrona de las cihuateteo que de noche vocean y braman en el aire. Estas son las mujeres muertas en parto, que bajan a la tierra en ciertos días dedicados a ellas en el calendario, a espantar en las encrucijadas de los caminos y son fatales a los niños.

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