1.-Lee las etiquetas (tu nueva costumbre favorita)
Busca siempre productos con estas palabras clave:
- Sin fragancia (los perfumes suelen irritar).
- Hipoalergénico (menos riesgo de reacción).
Dermatológicamente probado (más seguridad).
💡 Tip: menos es más — mientras más corta la lista de ingredientes, mejor para tu piel.
2.-Base ligera y calmante
Evita las fórmulas pesadas que obstruyen los poros.
Opciones ideales:
- Bases minerales en polvo.
BB o CC creams con aloe vera o centella asiática.
✨ Resultado: cobertura natural, piel uniforme y sin sensación cargada.
3.-Brochas limpias = piel feliz
El maquillaje no suele ser el problema, sino las herramientas sucias.
- Lava tus brochas y esponjas 1 vez por semana con jabón neutro o shampoo de bebé.
Déjalas secar al aire.
Así evitas bacterias que pueden causar irritación o brotes.
4.-Parche de prueba (tu seguro anti-drama)
Antes de estrenar un producto, aplícalo en la zona de la mandíbula y espera 24 h.
Si no hay enrojecimiento ni comezón, ¡luz verde! ✅
Es un paso mini, pero salva de reacciones molestas.
5.-Sellado gentil, solo donde se necesita
Olvida el polvo pesado en todo el rostro.
- Usa un polvo suelto y fino únicamente en la zona T (frente, nariz, barbilla).
- Deja las mejillas y contorno libres para mantener el glow natural.
Tip final: escucha a tu piel. Si un producto arde, pica o enrojece, retíralo al instante y regresa a lo que ya sabes que funciona. Tu piel sensible no necesita más drama, solo amor y constancia.
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