¿Me regalas tu primer baile?

¿Me regalas tu primer baile?

Este es el texto ganador del tercer lugar en el concurso de ¡Hazle al cuento!

Katie estaba esperando a que llegara Alan, quien había prometido ayudarla a escoger el vestido de la fiesta de graduación de la escuela. Era el mejor amigo de Katie, o por lo menos eso creía él, porque ella lo quería en secreto, disfrutaba cada día que pasaba a su lado, jamás había pensado en decirle nada, era feliz así. Temía que si se lo decía, él se alejaría de ella.

Lo conocía desde hacía tres años y desde entonces, su sueño siempre había sido ir acompañada de “su primer amor” al baile de graduación. Cuando estaba buscando la manera de pedírselo, en ese momento la voz de Alan la volvió a la realidad.

-¿Lista? -preguntó él mientras la miraba desde el marco de la puerta.
Ella asintió, tomó la bolsa y salió junto a él.
-¿Ya tienes pareja? -preguntó ella después de un pequeño silencio mientras caminaban por el centro comercial.
-Creo que no iré -dijo él.
-Cómo que no irás, me rogaste para que viniera y aquí estoy buscando vestidos, sabes que no me gusta venir de compras -dijo Katie enojada.
-Era una broma, claro que iré, ¿tú con quién vas a ir?
-¿Yo? Oh por Dios ese vestido... ¿te gusta?
-Sí, ¿por qué no te lo pruebas?
-Sola, voy a ir sola -dijo buscando la talla del vestido-. Ésta es, espérame...
-Tengo una idea -dijo Alan mientras veía cómo Katie se acercaba a los probadores.
-¡Dímela! -gritó ella.
-Para no ir solos...
-¿Sí? -interrumpió ella.
-Déjame hablar, Katie, ¡siempre haces lo mismo!
-Ya me callé.
-Para no ir solos...
-Ajá -musitó ella mientras se tapaba la boca.
-¡Katie, qué te acabo de decir!
-Perdón -dijo ella saliendo con el vestido puesto-. ¿Cómo me veo? -preguntó algo insegura, mirándose en el espejo-. ¿Se ve bien?
-Te ves hermosa -contestó él.
-¿En serio? -volvió a preguntar ella.
-Sí, tú eres muy hermosa -tomó su mano y le dio una vuelta.
-Por cierto, ¿qué me ibas a decir ahorita?
-Ya que estás como princesa, me debo comportar como tu príncipe azul -dijo Alan bromeando-. ¿Me acompañarías al baile de graduación? -le pidió de rodillas.

Al escuchar eso, a Katie se le paró el corazón, estaba esperando ese momento desde el día que lo conoció, sabía que él se lo pedía como una broma, pero lo que a ella le importaba es que no rompería la amistad e iría con él.

Lo que ella no sabía era que Alan jamás había invitado a alguien más a la graduación, como le había dicho a Katie. Quería ir con ella, era lo más preciado que él tenía, ella era su mejor amiga, su confidente, a ella era a quien llamaba a las tres de la mañana sólo porque no tenía sueño y quería que ella lo hiciera reír.

Ella normalmente le contestaba de mal humor porque la despertaba muy seguido, pero aun así cuando se quedaban hablando hasta las siete de la mañana, ella siempre consideraba la posibilidad de apagar el celular, pero no tenía sentido, amaba que él fuera quien la despertara.

Era la mañana del viernes, a pocas horas para el baile, y Katie estaba nerviosa por alguna razón, la cual ni ella misma entendía.

La noche empezaba a caer y Katie estaba terminando de ponerse las zapatillas cuando oyó el timbre sonar, se miró por última vez en el espejo, sólo para cerciorarse que todo estuviera bien, y bajó las escaleras, su papá ya lo había dejado entrar, él llevaba una pequeña cajita.
-¿Me permites? -dijo tomando su mano y la llevó hasta el carro.
Ahí estaba ella con el hermoso vestido que ambos habían elegido, era de color azul turquesa, sólo de una manga, que sin duda ella lo lucía perfectamente. Él había combinado el color de su traje con el tono del vestido. Al llegar al baile él bajó primero y le abrió la puerta como todo un caballero. La verdad, siempre se había comportado así.

Al principio durante el baile sólo habían estado sentados platicando, porque por más que hablaran, siempre tenían cosas que contarse. En esas estaban cuando empezó la canción favorita de Katie, “Bésame”. Alan lo sabía. Él le preguntó que si bailaban y ambos se levantaron y caminaron hacia el centro de la pista. Él la tomó de la cintura y ella apoyó la cabeza sobre su hombro. “Bésame sin razón, porque quiere el corazón”, le susurró su parte favorita al oído. Katie levantó la cabeza y lo miró a los ojos fijamente mientras poco a poco se fue acercando a sus labios.

Karla Azucena Villalobos Velderrain
Edad: 15 años
Hermosillo, Sonora

Relacionadas