¿Te llevas de la greña con mamá?

¿Te llevas de la greña con mamá?

Mejora esa relación ¡ahora!

Adoras a tu mamá, pero últimamente pelean por todo. Bueno, primeramente, déjanos decirte que en esta época de tu vida los agarrones son supernaturales, inevitables y hasta necesarios, porque las dos están en un proceso de ajuste a situaciones nuevas que no siempre son fáciles de asimilar. Y, como ninguna de las dos

Por estar en transición, ¡A PELEAR!
Igual y estás conociendo galanes al por mayor (entre los cuales puede haber algún orangután); ya no te late ir con la familia a todos lados y quieres lanzarte sola hasta la Luna; o se te antoja quedarte más tarde en las fiestas, sobre todo conociendo chicos interesantes. La neta son emociones demasiado fuertes para cualquier mamá querendona como la tuya, así que seguramente está estresada por los riesgos a los que se expone su retoño (o sea tú) y quisiera meterte en un estuchito donde no te dé ni un resfriado.

Por la diferencia de edad, ¡A PELEAR!
¿Te acuerdas cuando estabas chiquita, que tu mamá te mandaba a dormir a las 8:00 pm y tú obedecías sin bronca? Ahora no te puede mandar ni a dormir ni a despertar, ni a bañarte, ni a comer, ni a la tienda, ¡ni a nada!, porque armas tremendo pancho y te da por alegar hasta porque vuela la mosca. ¿Por qué esa actitud? Según los expertos, la capacidad de razonar cambia cañón entre los 12 y los 15 años de edad; “es como si de repente te cambiaran el software ?de fábrica? por uno nuevo ultrapotente”, afirman. Esto explica que ahora tengas tanto que decir respecto a tooodo, especialmente aquello que no te parece justo. Esa nueva actitud está muy bien; lo malo es que, seguramente, tu mamá no está muy consciente de lo que pasa y por eso te ve como una chamaca irrespetuosa “a la que hay que educar” antes de que sea tarde.

Por tu nuevo software, ¡A PELEAR!
Tu mamá creció en unos tiempos hiperdiferentes a la actualidad. Imagínate, en su época, lo más parecido a una compu era un procesador de texto o una máquina de escribir eléctrica. Ni internet había en las casas, ni iPods ni laptops; la música salía de cintas larguísimas y para hacer sus tareas tenía que consultar libros directamente en la biblioteca. Nunca se expuso a riesgos como los que ahora podrían amenazar tu seguridad. Y claro, no sólo siente que no la pelas cada vez que te conectas al chat, escuchas tu mp3 o navegas durante hoooras en la web; también se apanica ante la probabilidad de que conozcas a un cibermafioso o de que te quedes sorda por subirle tanto al volumen de los audífonos. Pero, ¡no te vayas con la finta!, ella trata de adaptarse a tu forma de vida.

¡Pero la quieres!
No obstante, es tu deseo estar en paz con ella, pues en el fondo sabes que te quiere mucho y que no tiene caso dañar una relación que es para toda la vida. Ahí te van unos superconsejos para poner fin a los agarrones a muerte.

TIPS

Para las antenas

En cualquier discusión, hay un momento clave para evitar que las cosas se pongan del nabo: es cuando una de las dos partes empieza a rechazar tooodo lo que dice la otra; cuando ya no se trata de hablar sino de GRITAR; cuando se roban la palabra, respiran a mil por hora, se ponen rojas, aprietan los puños, se les empieza a secar la boca y hasta las mandíbulas se les traban. Cuando notes cualquiera de estas señales, ¡aguas! Es tiempo de soltar el acelerador y frenar la discusión, pues de lo contrario podrían señalarse o hacerse cosas de las que generalmente una se arrepiente.

No busques culpables

Aventar la bronk a los demás no sólo no resuelve nada, sino que te hace parecer inmadura e irresponsable. Es fácil detectar los errores de tu mami, pero ¿eres consciente de los tuyos? Reconoce la parte que te toca y echa a andar tu creatividad, proponiendo soluciones. Sin lugar a dudas ¡alguna funcionará!

Pide ayuda profesional

Si ni el premio Nobel de la paz logra que las relaciones entre madre e hija mejoren, es momento de pedir la intervención de expertos en el tema, ¡ellos podrán ayudarlas! Te recomendamos a la terapeuta Enriqueta Gómez, quien nos dio todos estos tips. Contáctala a través de su correo electrónico: ifac@prodigy.net.mx o al 55 50 05 46, del Instituto de la Familia, A.C. ¡No pierden nada!

Zafa

¿Has visto en las caricaturas cuando dos enemigos se pelean, que se forma un torbellino donde las caritas de los personajes dan vueltas y vueltas lanzando golpes y gritos? ¿Y te has fijado que, apenas uno se sale del remolino, se acaba el pleito? Así es en la vida real: para luchar se necesitan dos, así que si tú zafas (digamos, te quedas calladita), ¡adiós batalla!

Aprende a negociar

Por ejemplo, si te urge un permiso para salir a un reven y tu mamá no te lo quiere dar, estira y afloja: a cambio del chance, ofrécele ayuda en el quehacer de la casa, no salir determinado fin de semana, cuidar a tu hermanita mientras se va al cine o a atender a tu abue, etcétera. El chiste es que se noten tus ganas de agradar, de cooperar con ella y llevar la fiesta en paz. Estará contenta y tú feliz de tener tu permiso

No busques culpables

Aventar la bronk a los demás no sólo no resuelve nada, sino que te hace parecer inmadura e irresponsable. Es fácil detectar los errores de tu mami, pero ¿eres consciente de los tuyos? Reconoce la parte que te toca y echa a andar tu creatividad, proponiendo soluciones. Sin lugar a dudas ¡alguna funcionará!

Pide ayuda profesional

Si ni el premio Nobel de la paz logra que las relaciones entre madre e hija mejoren, es momento de pedir la intervención de expertos en el tema, ¡ellos podrán ayudarlas! Te recomendamos a la terapeuta Enriqueta Gómez, quien nos dio todos estos tips. Contáctala a través de su correo electrónico: ifac@prodigy.net.mx o al 55 50 05 46, del Instituto de la Familia, A.C. ¡No pierden nada!

Pide "¡corte!”

En cuanto notes alguna de las señales de peligro, suplícale a tu mami que te dé chance de ir al baño, ¡y hazlo!, pero para platicar contigo misma un par de minutos sobre lo que ocurre. Igual y no tienes claro qué te tiene tan engorilada. ¿No será que reprobaste una materia? ¿O que el galán que te late no te ha llamado? ¿Será que ella te regañó injustamente hace una semana y por eso estás dolida, más que enojada? Es común que madre e hija empiecen a discutir por una cosa y terminen desgreñándose por otra.

Ya que hayas hablado contigo misma, define lo que le quieres decir a tu mamá, cuenta hasta diez y regresa.

Puedes retomar la comunicación comentando: “mamá, escúchame un minuto, lo único que quiero expresar es...” y sueltas la sopa:

a) ir a la fiesta con Pancho

b) que no me malinterpretes

c) que no me llames fodonga. Igual y tras la pequeña tregua ella también está calmadita y entre las dos hallan una forma de remediar el caso.

No trates de convencerla

Respeta sus puntos de vista cuando sean diferentes a los tuyos. Escúchala y trata de entender sus motivos, pues así demostrarás que eres capaz de aceptarla tal y como es, y vas a estar en condiciones de pedir el mismo trato. Al no querer controlar su mente y sus sentimientos, hasta las ganas de pelear se te van a ir, ¡y eso ya es ganancia!

Si las cosas se ponen difíciles

Dilo por escrito. Hay mamás que, aunque te esfuerces en hablar pacíficamente, no ceden. Es más, ni siquiera dan chance de abrir la boca porque creen que si sus hijos les externan lo que piensan, ellas van a perder su autoridad. Si la tuya es de ese tipo, recurre a la palabra escrita. Hazle una carta bien presentadita, respetuosa y cariñosa, en la que expreses todo lo que no te ha dejado explicarle (incluyendo cómo te sientes, lo que quieres lograr y lo que estás dispuesta a hacer para conseguir su apoyo y permisos). Tanto tú, a la hora de escribir, como ella, a la hora de leer, van a estar tranquilas y eso de entrada es una ventaja para la buena comunicación, Lo básico es llevarlo a cabo.

Haz alianzas

¿Tu mamá cree que todo es peligroso para ti, que todos los galanes son ‘malos’ o que tus amigas son ‘de lo peor’. Neta, algunas progenitoras son así y se pasan de estrictas con sus hijas haciéndoles la vida difícil. Si es tu caso, olvídalo, es prácticamente imposible que la hagas cambiar tú sola, así que pide la intervención de alguien cercano: tal vez tu papá, una tía, tu abue, una vecina, etcétera. Inténtalo. También trata de escuchar lo que dice y piensa, ¿por qué cree que Pedro es malo?, ¿qué ve ella que tú no? Tal vez tenga razón.

¡Garantizado! Pacta

Si tu mamá sieeempre te reclama algo en particular (que no recoges tu cuarto, que no estudias lo suficiente, que no sacaste a pasear al perro, etcétera), y tú sieeempre le pides lo mismo (permiso para salir con tus amigas, ver a un galán, llegar tarde a casa, etcétera), proponle una manera de ahorrarse las discusiones de toda la vida: dibuja una tabla donde anotes lo que ella quiere que hagas todos los días, y deja espacios para que te ponga una ?palomita? diariamente para señalar que cumpliste, de modo que el fin de semana sea clarísimo que tú fuiste buena hija y, por tanto, tienes derecho a tu recompensa, ¡es un truco superefectivo!

Mide tus palabras

Por aquello del nuevo software del que hablábamos, es lógico que tengas rollo de sobra cada vez que alegas con tu madre. Pero, ¡cuidado!, mientras tú sólo dices lo que piensas, tu mamá puede jurar que le estás faltando al respeto, o bien, sentirse barco si no te para el alto justo cuando te pones más efervescente, lo cual no te conviene ni tantito, pues va a tratar de hacer valer toooda su autoridad sobre ti. Piensa tres veces antes de abrir la boca y todos contentos. ¡Suerte!

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