Desde sus inicios como Hannah Montana, Miley era conocida por sus looks infantiles: botas, leggings coloridos y una cabellera rubia bien definida. Ese personaje la hizo ícono teen en 2006 y definió su estética inicial.
En su transición post-Disney, con el álbum Can’t Be Tamed (2010), Miley apostó por una imagen más rebelde: eyeliner oscuro, tintes oscuros y estética provocadora que marcó su ruptura con lo predecible.
Durante su era Bangerz (2013), Miley se convirtió en símbolo de controversia y libertad: cabello rubio platinado, peinados extremos y outfits llamativos en MTV VMAs. Su estilo se volvió un statement cultural.
Con Younger Now (2017), su imagen retro y relajada la acercó al country-pop: tonos naturales, cabello castaño y looks más suaves y menos provocativos.
En Plastic Hearts (2020), Miley abrazó el glam rock con mullet, cuero y estética inspirada en los 80. Una versión de Miley segura, irreverente y más adulta.
La era Something Beautiful (2025) llega con una restructuración total de imagen. Con cejas decoloradas, looks Mugler, Gaultier y Bob Mackie en su concierto Spotify Billions Club, dominó desde las pasarelas hasta la alfombra roja en París.
Además, su reciente portada en donde aparece orgullosa de sus rizos naturales, habla de una Miley que abraza su cuerpo y su historia sin filtros.
Miley Cyrus no ha sido solo una artista: ha sido un lienzo en constante movimiento. Su estilo evoluciona con cada era musical, sin miedo al cambio ni a mostrarse auténtica. Es la prueba viviente de que reinventarse también es una forma de empoderarse.
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